SEGUNDA PARTE


Los soldados

(septiembre de 1936-mayo de 1937)

7

Volvemos al narrador en tercera persona. Jerónimo de las Hoces, con un gesto de resignación y pérdida podía haber levantado un lugar para albergar tumbas.

Rubén se reconoce con De las HocesMarta lo descubre. Los elementos que alimentaron la primera parte se vuelven a presentar en esta segunda parte de la novela, y a sí aquí está el vínculo entre la muerte de Adriana y su hijo que llora como si la llamara, y la Maternidad, ahora sí, con su fondo de violencia y revueltas sociales.

Marta y Marcelo:

Lo terrible era que Marcelo seguía siendo el mismo y, por tanto, no existían razones para que ella cambiara. Su nobleza de comportamiento, su habitual conformidad, su incompatibilidad con la intriga y con los secretos, la claridad con que distinguía lo importante de lo superfluo, la serenidad con que enfrentaba las situaciones  más extrañas y la naturalidad con que estaba enamorado de ella sin necesidad de demostrar en todo momento que lo estaba hacían que en su relación todo fuera sencillo, sosegado y previsible. Cuando no sabía algo de él, podía adivinarlo, de modo que no siempre pudiera escuchar todo lo que decía. Sin embargo, al regresar al Mausoleo media hora después, no habría sabido responder sobre qué habían hablado, porque marta se había hundido en sus propios pensamientos.

Ya está formado el pelotón. El grupo de hombres, y mujeres, que estarán unidos en esta contienda:

Teniente Noguerol
Magro
Tena, cabo
Mangas
Marcelo
Marta
Rubén
João
Rocha
Gema
Viriato
Milicianos preparados para el combate

Marta toca la Suite nº 2 para viola de Bach:

Marta se encajó de nuevo la viola en el cuello, y comenzó a interpretar la Suite nº 2 para viola de Bach, que siempre le resultaba tan fluida y tan refrescante. Fuera lo que fuera lo que hubieran hecho sus manos, e incluso tocando de un modo tan mecánico como en ese momento, Bach la arrastraba con delicadeza de una nota a otra y terminaba limpiando sus dedos de temblores y suciedad para dedicarlos únicamente a la melodía. Cuando miró hacia Gema, vio tras ella, en el hueco de la puerta, sin atreverse a entrar, a varios milicianos que amontonaban sus rostros duros y curiosos, llenos de barba. 


Estamos a finales de septiembre, Breda con forma de paloma desde los dos mil cuatrocientos metros desde el Yunque.

Reaparecen las ideas sobre la guerra. Es el segundo choque entre Rubén yMarcelo: el pesimismo frente al optimismo, pero las razones son otras:

Caminaba mirando hacia el suelo como si temiera tropezar, con un gesto concentrado en el rostro sudoroso y con la respiración agitada por el esfuerzo, como si estuviera subiendo el monte en lugar de bajarlo.  Sabía que no tenía razón en las discrepancias mantenidas con Marcelo. En vísperas de la entrada en combate, su pesimismo estaba fuera de lugar y era contradictorio: si no creía en la guerra, ¿entonces por qué se había alistado como voluntario? Media hora de camino le había bastado para reconocer su contradicción. Se había opuesto a Marcelo hablando de la guerra porque no podía oponerse hablando de Marta.
Y algo de todo eso debió de advertir ella cuando, confusa, aceleró el paso y lo dejó de nuevo solo en la cola de la sección.

Aparecen el Barbero y Julia, que tras sus palabras (-No os han preparado lo suficiente.¡Lleváis aquí solo unos días!) hace comprender a Marta que tenía razón. Es el bautizo de fuego. Y el paisaje: el Lebrón, las Huertas de la Abundancia, elPuente del Jinete, el Montón de Trigo.

Viriato, con su único disparo, ha vengado la muerte de su conocido.


8
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA Y UGARTE
En el otro bando está Ugarte. Un Ugarte adulto que recuerda al niño que fue quince años atrás, cuando con otros niños cazaba murciélagos en la ermita. Tiene trece años. Hijo huérfano de un molinero al que la industrialización dejó atrás. El muchacho, frente a su casa, recuerda la lucha del padre, hacha en mano, contra el progreso.

El niño recuerda el canto al progreso de Camilo como regreso al Paraíso, con la llegada de la electricidad.  La luz y la oscuridad. El equilibrio entre la luz y la oscuridad. “Además hay cosas que deben permanecer siempre en la sombra”, que nos recuerda también la disquisición sobre la pintura del Primer capítulo.

Llegó la luz a Breda en la noche. Suena el tambor de Camilo. Al llegar el día ha nacido una niña que se llamará Luz. Al año muere el padre.

Ugarte regresa de sus recuerdos. Y también a casa:

 Ya debe de haberse ido.

Rompe la bombilla de la calle:

Tú también deberías alegrarte por esta oscuridad. Tú también. Tú también.

El que debe haberse y a ido es un hombre joven, un técnico encargado de instalar el tendido. Un técnico que habla de sindicato, república democracia. Un técnico que representa todo lo que él odiaba.

El símbolo de los ojos que llora porque el lacrimal no está roto.

Escena de la cama. Las dos mujeres en una. Él inmóvil, callado, y muriendo.

Muchos años después el odio a esos hombres que saben muy bien cómo conseguir que las mujeres les amen, aunque ellos no sepan amar.

Ugarte, con la república, regresa a Breda, tras años en Barcelona.
Añoraba el futuro. La radio. Se habla de Falange Española y su líder, José Antonio Primo de Rivera. Era 1933.

En 1935 tiene que movilizar a los afiliados y simpatizantes . Se trata de sublimar el odio al desorden. Comparemos el discurso de José Antonio (páginas 128-129) con el que aquel día ofreció en el Teatro Norba de Cáceres:
José Antonio en un mitin


Una de las fotos históricas de Cáceres que más impresiona es una del fotógrafo Javier, que pertenece al Archivo de Curiosidades de Marchena que compró el Ayuntamiento. Es la de un mitin de José Antonio Primo de Rivera en el desaparecido teatro Norba(estaba frente a la Fuente Luminosa). Se ve al líder de los falangistas en plena arenga, con una pose de orador, la mano derecha extendida y la izquierda como a punto de descargar un puñetazo para dar más fuerza a sus palabras. ¿Qué estaría diciendo de forma tan vehemente?
Gracias a la hemeroteca de HOY podemos saber que el mitin fue el 19 de enero de 1936. Era domingo y el «acto fascista» (como se escribió en el periódico de la época) comenzó a las 11 de la mañana. La parafernalia fue espectacular. Había cientos de falangistas uniformados, perfectamente disciplinados, que a una voz de mando tomaron todos los pasillos centrales y laterales de los dos pisos del teatro que estaba lleno.
En el estrado estaban los jefes locales de Falange rodeando a José Antonio. Al fondo un paño con el yugo y las flechas y los nombres bordados en dorado de «24 mártires de la idea». En la foto también llama la atención los cuatro periodistas que no dejan de tomar nota. Entre ellos se reconoce a uno de gafas, que es el médico Miguel Jiménez Aguirre.
Cuenta la crónica de ese día, que después de que hablara el jefe provincial de falange, el señor Luna «aplaudido con entusiasmo y simpatía», tomó la palabra el hombre que aseguraba por entonces que cada vez había que ser más violento y revolucionario.
¿Que de qué habló? Pues nada más y nada menos que del paro. «En el año 33 había en España 700.000 obreros parados. Yo no sé - dijo declamando - como puede haber quien duerma tranquilo, quien tenga conciencia cristiana que viva bien, sabiendo que hay 700.000 familias españolas que se acuestan sin cenar, y acaso no tengan albergue donde recogerse».
La crónica señala que logró una estruendosa ovación final, cuando dijo que no le importaba desaparecer de la vida de España si los falangistas seguían con las enseñanzas aprendidas, «regando los surcos de la vida».


DISCURSO DE JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA
Teatro Norba; Cáceres, 19 de enero de 1936
Por pocos parlamentarios que seamos no tiene que sobrecogernos esta coyuntura electoral. Más todavía desde que uno de los ejércitos contendientes, el de izquierda, ha perfilado ya su formación de lucha en el manifiesto reciente. Quienes hayan leído ese manifiesto habrán observado en él cuatro partes: una de puro señuelo electoral, promesas arcaicas de bienandanzas para todos, sin que se diga por qué caminos van a venir esas bienandanzas: rebajas de impuestos, aumentos de escuelas, de hospitales, de obras públicas...

Otra, la parte social, conservadora y cicatera; nada de nacionalización de la Banca; nada de nacionalización de la tierra; nada de control obrero...

Otraque es un puro anuncio de guerra civil: represalias, persecuciones, inquisición de la "lealtad al régimen" en los funcionarios...

Por último, otra parte del halago al separatismo: será restablecido el régimen autonómico que implantaron las Constituyentes y que ha dado los resultados conocidos.

Con tal espíritu viene el que, bajo el nombre de bloque de izquierdas, es pura y simplemente el frente marxista. Y ante su amenaza, ¿qué es lo que se alinea para afrontarla? Se alinean unas masas cuya única consigna parece ser la del miedo.

Ved los carteles por las calles: "¡Que viene el marxismo!" "¡Que viene el separatismo!" "¡Que viene la masonería!"...

En torno de este terror se nos convoca, se nos llama apremiantemente a las urnas, porque hay que salvar a España, en peligro, y a la civilización occidental, en riesgo de hundimiento. Pero ante tales llamadas preguntamos todos: ¿Cómo? ¿Pues no habíamos ya salvado a España y a la civilización occidental en 1933? ¿Es que cada dos años se va a repetir esta broma?

La victoria de 1933 fue una victoria sin alas, porque fue, como la que se quiere obtener ahora, hija del miedo.

Los partidos sólo se agruparon por temor al enemigo común; no vieron que frente a una fe atacante hay que oponer otra fe combatiente y activa, no un designio inerte de resistencia. Faltó esa fe en 1933, y por eso las Cortes que se eligieron entonces fueronestériles. Sólo hubo en ellas coincidencias para no hacer. Examinad su obra: el primer bienio había hecho una Ley de Reforma Agraria. Respondía a una tendencia falsa: no creaba patrimonios humanos, familiares, sino que se ajustaba a un patrón colectivista. Era, en algún detalle, injusta. Pero el segundo bienio no la mejoró: la suprimió por completo bajo la púdica envoltura de una reforma. Con la ley de las Cortes fenecidas no se instalará nadie sobre el suelo de España.
Era una congoja –que no se sabe cómo deja dormir a nadie en paz– el paro forzoso. Entre los partidos triunfantes el 33 empezó un pugilato de promesas: uno ofreció cien millones para el paro; otro mil millones. A última hora, cuando apremiaba la proximidad electoral, se hizo una ley contra el paro. Por virtud de ella se están edificando en Madrid más casas de las precisas, con lo que dentro de un año se presentará un paro mucho más duradero, aterrador... Y, además, para el mayor número de obreros parados, que son los campesinos, no ha habido remedio alguno.

Estaba en vigor un Estatuto de Cataluña. Que la Administración esté más o menos descentralizada es cuestión de pura técnica, en la que no se cruza ninguna consideración esencial; lo que importa, cuando se quiere conceder a una región facultades descentralizadas, es comprobar que no hay en ella el menor germen deseparatismo. En Cataluña lo había, y la rebelión de octubre vino a ponerlo de manifiesto. Entonces las Cortes disueltas, ¿derogaron un Estatuto que sólo pudo concederse, sin traición, sobre el supuesto de no existir separatismo? No; las Cortes suspendieron tímidamente el Estatuto y los Gobiernos se fueron encargando de restaurarlo poco a poco, para que sirva de instrumento a otra tentativa de secesión.

No se emprendió a fondo la reconstrucción de nuestro Ejército y de nuestras fuerzas navales y aéreas. Nuestra frontera y nuestras costas siguen desguarnecidas y el heroísmo secular de nuestros oficiales y soldados expuesto a la estéril gloria de las empresas desgraciadas.

No se ha reinstalado el sentido nacional y espiritual de la escuela, materializada por el marxismo. No se ha hecho justicia por los sucesos de octubre. El Estado, cobarde y cruel, como todo Estado débil que no se siente justificado su rigor por el servicio a un gran destino, fue excesivo en la represión con los humildes y claudicante en el castigo de los grandes culpables. Se dijera que los gobernantes, inseguros de su razón y de su permanencia, querían granjearse la benignidad futura de quienes, si ahora eran reos, podían ser jueces mañana. Así, mientras fue ejecutado, tras de saludar a la bandera, el sargento Vázquez, pronto veremos al traidor Pérez Farrás reír sobre la tumba del heroico capitán Suárez, a quien asesinó.

Todo esto salió de las elecciones del 33, aparte de los asuntos turbios que las Cortes dejaron impunes y el aparato de sujeción en que España, sin libertad, ha vivido sujeta, como si se estuviera sosteniendo una comprometida guerra exterior o llevándose a cabo una ingente empresa interna. ¿Se nos moviliza para sacar otras Cortes iguales? Entonces no acudiremos. Para cerrar el paso al marxismo no es voto lo que hace falta, sino pechos resueltos como los de esos veinticuatro camaradas caídos, que por cerrarles el paso dejaron en la calle sus vidas frescas. Pero hay algo más que hacer que oponerse al marxismo. Hay que hacer a España. Menos "abajo esto", "contra lo otro", y más "arriba España", "por España, una, grande y libre", "por la Patria, el pan y la justicia".

Queremos el orgullo recobrado de una patria descargada de chafarrinones zarzueleros: exacta, emprendedora, armoniosa, indivisible; unidad de destino superior a las pugnas entre los partidos, los individuos, las clases y las tierras distintas. La política internacional de España deberá regirse por su interés y su conveniencia, no por presión alguna exterior. Para eso, España tiene que ser fuerte; su Ejército y sus flotas marítima y aérea han de asegurarle en todo instante la independencia y la jerarquía. La educación ha de encaminarse a formar un espíritu nacional fuerte y unido, y a implantar en el alma de las juventudes la alegría y el orgullo de la Patria. Todo lo que sea invocación patriotera sin este sentido, sin este contenido, será una música de charanga con la que unos cuantos privilegiados traten, en vano, de distraer al pueblo para que no se acuerde de su hambre.

El hambre del pueblo: he aquí otra angustia apremiante y a la que España puede poner remedio.

La gran tarea de nuestra generación consiste en desmontar el sistema capitalista, cuyas últimas consecuencias fatales son la acumulación del capital en grandes empresas y la proletarización de las masas.

El capitalismo –ya lo sabéis– no es la propiedad; antes bien, es el destructor de la propiedad humana viva, directa; los grandes instrumentos de dominación económica han ido sorbiendo su contenido a la propiedad familiar, a la pequeña industria, a la pequeña agricultura... El proceso de hipertrofia capitalista no acaba más que de dos maneras: o interrumpiéndolo por la decisión heroica incluso de algunos que participan en sus ventajas, o aguardando la catástrofe revolucionaria que, al incendiar el edificio capitalista, pegue fuego, de paso, a inmensos acervos de cultura y de espiritualidad. Nosotros preferimos el derribo al incendio, y estamos seguros de que ese derribo –que al alumbrar las nuevas formas de vida colocará a la cabeza del mundo a la primera nación que lo logre– es en España más fácil que en parte alguna, porque apenas tropieza con un gran capitalismo, industrial, que es el más difícil de desarticular rápidamente.

Aquí, con la reforma crediticia, que tiende a la nacionalización del servicio de crédito en bien de quienes lo necesitan, a quienes hay que redimir de sórdidos usureros y bancos suntuosos, y con la reforma agraria, que levantase el tono de vida del pueblo campesino español, estaría casi todo hecho en lo económico.

Explicar con detalle la concepción ya conocida de la Falange en orden a la reforma agraria: delimitación de las áreas cultivables de nuestro suelo; reconstrucción de las unidades económicas de cultivo; devolución al bosque y a la ganadería de las tierras ineptas para la siembra, e instalación revolucionaria del pueblo labrador sobre las tierras cultivables.

Por último, necesitamos justicia, que sólo puede dar un Estado seguro de su propia razón de existencia, de su propia justificación histórica.

Nuestro Estado será más fuerte y menos cruel que el torpe Estado autor de la represión de Asturias; nosotros hubiéramos sido más rigurosos con los jefes y mucho menos duros con los mineros alucinados, cuyo ímpetu magnífico, desviado hacia el error, puede, bajo otro signo, deparar jornadas gloriosas a la revolución nacional de España.

Este es nuestro lenguaje. No vamos por ahí especulando con menudos chismes, sino llamando a lo más profundo de una España profunda y eterna. Sabemos que esta tierra entrañable de Extremadura, labradora, conquistadora y doliente, fértil en vanguardias de camisas azules, entenderá nuestra voz y estará con nosotros. (Arriba, 23 de enero de 1936).


Dos mese antes Ugarte, aquí termina el recuerdo, huye de Breda tomada por los milicianos. Está al otro lado del Montón de Trigo

9

EL BESO
Volvemos a la primera persona, junto al Mausoleo.  Magro invita a Rubén a la visita de las pinturas rupestres que se encuentran en El PaternósterMarta también irá. Viajan en el camión de Martín Cupido.

Allí, las pinturas rupestres y los dos soles que nos hacen hacer lo que nunca hubiéramos pensado. Rubén besa a Marta.

Comienza la ofensiva. Llegan a Silencio.
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BAJO PALIO
Narrador otra vez en Tercera Persona omnisciente. Estamos junto a Ugarte. El fuego de mortero es el anuncio del ataque republicano. Retroceden hacia el sur. Huida. La sangre de un camarada nunca mancha. Su lucha era una purificación del pasado:

¿tan incompatibles eran las sangres de íberos, romanos, godos y árabes mezcladas en ella como para producir tantos enfrentamientos? ¿Qué incestos hubo que ahora debían ser purificados?


Había encontrado la fraternidad en el partido, al que había llegado no por tradición familiar, ni por defender unos privilegios de casta o apellidos, ni mucho menos por unos intereses económicos que despreciaba, sino por  honor y anhelo de un orden político y personal en el que todo encajara de forma natural, por rechazo y odio a todo lo que significara caos, corrupción o desintegración de las leyes naturales, hacia todo lo que se había hecho carne en aquel técnico que entraba en la casa de su madre viuda después de haber provocado la muerte de su padre… ¡Ahhhh!! Algunas veces imaginaba que se encontraba con él cara a cara, durante un control rutinario o durante una visita a una central eléctrica, y que obligaba a todos a marcharse y se quedaba a solas con él y le preguntaba: “¿te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas ahora ya? ¿Quién te creías que eras tú? ¿Por qué tuviste que elegirla precisamente a ella para manchar su dulzura y su inocencia?

En Éufrates Ugarte conoce a un cura del que había oído hablar:
 


Con la cruz y la pistola
este sacerdote manco,
alcanzarán la victoria
los falangistas de Mola
y los soldados de Franco.

Franco bajo palio

Franco, la Iglesia católica y sus mártires
Leamos atentamente el artículo que Julián Casanova publicó en El País en junio de 2007 sobre la relación de Franco con la iglesia:


El 1 de julio de 1937, hace ahora 70 años, la jerarquía de la Iglesia católica española selló oficialmente el pacto de sangre con la causa del general Franco. Ese día vio la luz la "Carta de los Obispos españoles a los de todo el mundo con motivo de la Guerra de España". Redactada, a petición de Franco, por el cardenal Isidro Gomá, la apoyaron con su firma todos los obispos españoles, menos Mateo Múgica y Francesc Vidal i Barraquer, que se encontraban en ese momento en Italia. Múgica, obispo de Vitoria, había sido expulsado de su diócesis unos meses antes por la Junta de Defensa de Burgos por haber "amparado con excesiva transigencia a los sacerdotes nacionalistas" y excusó su firma alegando precisamente que no estaba en su puesto. Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, que había podido escapar de la violencia anticlerical del verano de 1936, le dijo a Gomá que ese documento colectivo podría servir de pretexto "para nuevas represalias y violencias" y para "colorear las ya cometidas" y que además le molestaba, en clara alusión a Franco, "aceptar sugerencias de personas extrañas a la Jerarquía en asuntos de su incumbencia".

Nada nuevo, desde el punto de vista doctrinal, había en esa "Carta" que no hubiera ya sido dicho por obispos, sacerdotes y religiosos en los doce meses que habían pasado desde la sublevación militar. Pero la resonancia internacional fue tan grande, editada inmediatamente en francés, italiano e inglés, que muchos aceptaron para siempre la versión maniquea y manipuladora que la Iglesia transmitió de la guerra, del "plebiscito armado": que el "Movimiento Nacional" encarnaba las virtudes de la mejor tradición cristiana y el Gobierno republicano todos los vicios inherentes al comunismo ruso. Además de insistir en el bulo de que el "alzamiento militar" había frenado una revolución comunista planeada a fecha fija y de ofrecer la típica apología del orden, tranquilidad y justicia que reinaban en el territorio "nacional", los obispos incorporaban un asunto de capital importancia, que todavía hoy es la posición oficial de la jerarquía: la Iglesia fue "víctima inocente, pacífica, indefensa" de esa guerra y "antes de perecer totalmente en manos del comunismo", apoyó la causa que garantizaba "los principios fundamentales de la sociedad". La Iglesia era "bienhechora del pueblo" y no "agresora". Los agresores eran los otros, los que habían provocado esa revolución "comunista", "antiespañola" y "anticristiana".

La "Carta colectiva" consiguió la adhesión de los episcopados de treinta y dos países y de unos novecientos obispos. El respaldo sin contemplaciones al bando rebelde sirvió de argumento definitivo para los católicos y gentes de orden del mundo entero. Fundamentalmente porque iba acompañado de un descarado silencio acerca de la violencia exterminadora que los militares habían puesto en marcha desde el primer momento de la sublevación. La "Carta" demonizaba al enemigo, al que sólo movía la voluntad de persecución religiosa, y codificaba definitivamente el apadrinamiento de la guerra como Cruzada santa y justa contra la disgregación patriótico-religiosa emprendida por la República.

Franco y la Iglesia católica salieron notablemente reforzados. La conversión de la guerra en un conflicto puramente religioso, en el que quedaban al margen los aspectos políticos y sociales, justificó la violencia ya consumada y legitimó a Franco para seguir matando. El entonces director de Propaganda del bando franquista, Javier Conde, le transmitió al jesuita Constantino Bayle, hombre de confianza de Gomá, lo satisfechos que estaban en los círculos políticos y militares con aquel milagroso documento: "Diga Ud. al Señor Cardenal que se lo digo yo, práctico en estos menesteres: que más ha logrado él con la 'Carta colectiva' que los demás con todos nuestros afanes".

Acabada la guerra, los vencedores ajustaron cuentas con los vencidos, recordándoles durante décadas los efectos devastadores de la matanza del clero y de la destrucción de lo sagrado, mientras se pasaba un tupido velo por la "limpieza" que en nombre de ese mismo Dios habían emprendido y seguían llevando a cabo gentes piadosas y de bien.

Obispos y sacerdotes celebraron durante mucho tiempo actos religiosos y ceremonias fúnebres en memoria de sus mártires. Bajo aquellos "días luminosos" de la paz de Franco, sus restos fueron exhumados y trasladados en cortejos que recorrían con gran solemnidad numerosos pueblos y ciudades, desde los cementerios y lugares de martirio a las capillas e iglesias elegidas para el descanso eterno de sus restos.


En el cuartel de la guardia civil el sacerdote tiene guardada
 

La figura negra del santo ascético y descalzo que Ugarte había visto durante toda su infancia en la iglesia de Breda y que había desaparecido en los primeros días del levantamiento militar.


Se les comunica que llegaría un nuevo tambor de regulares. Todas las fuerzas se concentrarían en Éufrates. Había que reconquistar el Montón de Trigo, cruzar elLebrón y llegar a Breda. Recuerde todo lo que hemos comentado sobre laColumna de la Muerte.
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LA MUERTE Y EL SILENCIO
Narrador en Primera persona. Dos columnas. Una para tomar Éufrates; la otra descenderá hasta Matapán. Han de hacerse fuertes a la espera del general Uribarri y su Columna Fantasma. Se recuerdan las hazañas de Valencia y Baleares. Los de Éufrates no se rinden.

Sabemos que el narrador es Rubén. Nombra a todos miembros de su pelotón.

La Columna Fantasma no llega pero sí el tambor de regulares. El cañón nacional les apunta. Rubén tiene miedo. Sólo la presencia de Marta le hace estar allí. Le gustaría pintarla.

He venido a la guerra y la guerra me ha traído el amor. Pero la guerra no es el mejor lugar para enamorarse. El amor te puede empujar a hacer disparates que evitarías con la cabeza fría.

Esta es una de las imágenes más conocidas de la guerra civil. Su autor es Robert Capa

Pero un relincho de cañón:

Marcelo está sentado en medio de la sangre y del polvo y mira aturdido su pierna izquierda, que el proyectil del cañón le ha arrancado y ha lanzado a varios metros. Intenta arrastrarse apoyándose en las manos, pero cae sobre su propia sangre. El desgarrador grito de Marta no logra sostenerlo.

La Columna Fantasma está retenida en las Villuercas y no logran romper la línea.

El dolor de Marta.

Dolor de miliciana 

Somos los supervivientes de un ejército derrotado que en la noche se aleja del campo de batalla.

Marta camina entre nosotros, en silencio. Sus ojos brillan en la oscuridad como si estuvieran llenos de lágrimas. Cuando se retrasa me detengo con cualquier excusa para que vaya delante, como si por el simple hecho de ir tras ella pudiera protegerla, cuando la realidad es que no podría hacer mucho.
Regresan a Breda.
12
Suena la campana del Mausoleo a duelo. Marta toca el adagio del Concierto para cuerda en Do mayor, de Schubert. Si lo quieres volver a escuchar ya sabes que está en este cuaderno de bitácora.

La muerte de Marcelo abría un inmenso vacío que, como un agujero negro,  engullía todas sus fuerzas y le dejaba una tristeza demoledora y una insoportable sensación de frío que, de un modo extraño, terminaba provocándole una punzante y dolorosa presión en los oídos.

Marta, en el duelo por la muerte de Marcelo, recibe carta de la familia. Están preocupados por su situación, aunque desconocen la realidad de la guerra que su hija está viviendo, ni lo sabrán por ella
Milicianos leyendo y escribiendo cartas


Queridos papá y mamá:
No sabéis cuánto me ha alegrado recibir vuestra carta y comprobar que estáis bien. No os preocupéis por mí, yo también estoy bien. . Aunque nos hallamos relativamente cerca del frente, no estamos pegados a la línea de combate. Hasta aquí no llegan los balazos ni las bombas. Y como esta zona ha quedado un poco arrinconada y no tiene importancia estratégica, no les merece la pena enviar aviones a bombardearnos, como esos que tú mencionas que atacan tus trenes.
Tienes razón: a las trincheras van los soldados de reemplazo y muchos milicianos, pero a los músicos nos destinan a otras tareas.


Camino del estanco Marta conoce a Luz, aquella muchacha que nació cuando el alumbrado llegó a Breda. Su nombre lo conocemos sólo al final de diálogo:

-¿Qué quieres Luz?- le preguntó el dueño con familiaridad.
-Un paquete de picadura y un librillo.
13
Ahora Luz llega a la fragua. Allí, junto a Camilo, su padre, están ParaísoMartín CupidoBotín, capataz de la familia de De las Hoces.

Luz se acercó a él y le entregó el tabaco.
-Pero no hay librillos –dijo- . Se han terminado.
-Ya se ve la hoja roja. –advirtió.



No podemos dejar de acordarnos de la novela de Miguel Delibes La hoja roja. La novela arranca en el momento en el que se jubila Eloy, el anciano protagonista de la novela. Tras medio siglo de trabajo en el Departamento de Sanidad, el festejo que organizan ante su marcha es bien poca cosa, sobre todo si se advierte el desinterés de quienes asisten a él. Tras el adiós, previsiblemente, llega el vacío, la sensación de ausencia, y sobre todo, la idea de que las manecillas del reloj no han de seguir girando por mucho tiempo.
 
Ese periodo, todo sea dicho, es particularmente intenso y decisivo paraEloy, cuya única compañía fiel es Desi, la joven pueblerina que le atiende en las tareas domésticas. En torno a este par de personajes deambulan otros de no menor interés: Leoncito, el hijo desagradecido y egoísta; Isaías, amigo de Eloy; y Picaza, el violento bribón con quien Desi pretende casarse y que acabará en la cárcel.

Al final, puesto que la soledad incumbe tanto al viejo protagonista como a su criada, él le hace una propuesta que puede atenuar el desconsuelo: un matrimonio de conveniencia, sin otro fin que buscar el beneficio común; esto es: la compañía paraEloy y el hecho de que, a la muerte de éste, ella reciba la pensión de viudedad. Al fin y al cabo, cuando el jubilado plantea ese propósito a Desi, le confiesa algo que resume toda la enjundia de la novela:

Tendrás estorbo por poco tiempo, hija. A mí me ha salido ya la hoja roja en el librillo de papel de fumar.

Llega Magro, ya sargento, que le solicita un hierro para marcar cien vacas, requisadas a Cuaresma:
Sin embargo, los cinco hombres sabían que se trataba de algo más, que no era sólo el valor de las vacas, de la leche o de la carne, sino de poder ejercer al fin una revancha que habían esperado durante siglos y que por fin abordaban como el explorador que penetra en tierras vírgenes y hostiles, llenos de esperanza pero al mismo tiempo recelosos de los peligros.

  Con estos animales y otros señala la metáfora de la condición humana:

-¿No habéis pensado en ofrecerles algún tipo de compañía?- preguntó Cupido.
_¿A las vacas?
-Para que no se aburran. He oído decir que cuando están contentas dan más leche.
-¿Qué tipo de compañía?
-No sé… Algo como un rebaño de cabras… Aunque seguramente las cabras tengan ideas anarquistas.
-Sí, siempre tirando al monte, individualistas, con poca disciplina de grupo y poco interés por las granjas de explotación colectiva –apuntó paraíso.
-O un rebaño de ovejas –sugirió Botín.
-¿ovejas? ¿Cuándo has visto tú una oveja que no sea de derechas? –replicó Martín Cupido.
ELLOS ME ENTERRARÁN

14




Ellos me enterrarán si mañana mueroSi mañana muero, también me gustaría que Marta tocara para mí la música que tocó para Marcelo. 

"Sólo puedo despertar emociones ajenas si expreso de manera convincente mis propias emociones."
VIVIR AHORA ES PINTAR
Regresamos al narrador en Primera Persona. Vuelta al Montón de Trigo. Ya no miran hacia el sur esperando la llegada de la Columna Fantasma. Se enfrenta con los regulares:

En la refriega han ocurrido entre nosotros pequeños actos de valentía y de miedo, de los que ya me cuesta hablar, porque la acumulación de relatos de anécdotas bélicas no puede expresar la verdadera naturaleza de esta guerra, cuyo confuso sentido no reside solo en la acción d los fusiles y de los cañones. Pero también surgen entre nosotros pequeños gestos miserables motivados por la incomodidad, el cansancio o las carencias.

La guerra llega a Breda con los aviones alemanes. Las bombas caen en Breda y mueren una mujer y sus dos hijos.
Bombardeo sobre viviendas en zona republicana


Viriato se levanta a ayudarlo y entre ambos avivan la mortecina fogata con la coscoja y las ramas secas de encina. Sentados alrededor, aparece una botella de coñac que nos vamos pasando de mano en mano. Con un profundo sentimiento de solidaridad, los miro beber, charlar y reír, sus rostros levemente deformados a través del humo y de las llamas. Ellos me enterrarán si mañana mueroSi mañana muero, también me gustaría que Marta tocara para mí la música que tocó para Marcelo. Cansado, voy a la tienda y elijo mi sitio en un rincón. Desde hace unos días este es nuestro ritmo: luchar y dormir, luchar y dormir. Cierro los ojos y entre en el sueño como un refugio.


Hay que fusilar a dos compañeros que intentaron cambiar de bando. Rubén, por sorteo, aunque intenta evitarlo, participa en el pelotón de fusilamiento.

Han tenido que retroceder. Los sublevados cuentan con refuerzos. El miedo está cada vez más presente entre ellos. De la Columna Fantasma no saben nada. Los regulares han avanzado desde Silencio y pelean al otro lado del puente. Están encerrados entre dos fuegos. Han de regresar a Breda. El capitán Méndez ha muerto. Se ven en la necesidad de cruzar el río. Son MagroViriatoMartaTena yRubén. Faltan Gema y João.

Pero Marta y Rubén se quedan solos, aunque después, en la huída, se les incorpora Rocha.  Por primera vez Rubén se muestra verdaderamente optimista. Aguardan a que pase la noche:

-¿Tú crees que podremos resistir?
-Sí –respondo sin ningún derrotismo.
-Algo debemos haber hecho mal.
-Tenemos buenos soldados, pero quizá no tenemos buenos generales –pienso en el abandono en que nos han dejado desde Madrid.
Nos quedamos en silencio, compartiendo el creciente calor de nuestros cuerpos, viendo por la puerta abierta la luz de la luna y la punta roja de la brasa del cigarrillo que Rocha esconde en el hueco de la mano Se oyen algunos ruidos, pero no son de enemigos, sino de animales que, como los hombres, vagan en la oscuridad en busca de comida, de apareo o de vigilancia de su territorio. Poco a poco la respiración de Marta se va serenando y, a pesar del frío y del miedo, se queda dormida, lo noto en el peso con que abandona su cabeza en mi hombro. Sin pizca de sueño, excitado, no puedo olvidar lo cerca que están sus labios de mi boca. El día no ha sido ni apacible ni hermoso ni radiante, pero estos momentos alivian su terrible discurrir. Ahora mismo soy el único soldado feliz de las tropas republicanas de Breda.

Matanza de Badajoz
 Termina el desastre del Montón de Trigo.

Hace unos días, por fin, dio señales de vida laColumna Fantasma. Alusiones a la matanza de Badajoz.


Marta está enferma: padece otitis.
Mural de Diego Rivera
El comandante Guedea encarga a Rubén un mural, como los de México, Rusia y EEUU, en elMausoleoDe las Hocesacepta que se haga si el que lo pinta es Rubén: serán, dice, escenas de guerra y escenas de paz.  Pintará personajes con rostro. No quiere predicar ideología, ni quiere reflejar la realidad como un notario. No quiere ser un predicador, ni un fotógrafo. Quiere pintar lo que ve y dejar huecos para mostrar sus estados de ánimo.

No quiero que la expresión de Marta quede difuminada por los reflejos de la luz. No, no quiero que mi pintura se limite a predicar ideología, ni a reflejar la realidad como un notario, ni a rellenar un muro con colores idílicos que intenten ocultar el horror vacui. No quiero ser un predicador, ni un fotógrafo, ni un millonario. Sólo quiero ser un pintor. Un pintor. Pintaré lo que veo ahí fuera y dejaré huecos para reflejar mis estados de ánimo. Sólo puedo despertar emociones ajenas si expreso de manera convincente mis propias emociones.
15
LOS OJOS EN EL OTRO
El capítulo quince se construye de distintas escenas que son también distintas miradas de la realidad. Estamos a finales de noviembre y Franco ha lanzado sus tropas contra la capital. Es la mirada desde el bando sublevado. Allí están los ojos de Ugarte, pero quien cuenta es el narrador que todo lo sabe. Breda y sus defensores son como una verruga, imagen ya repetida y que seguro tendrá un efecto narrativo posterior:

Desde finales de octubre Franco por fin había lanzado sus mejores tropas contra la capital, decidido a no distraer en la conquista de aquella comarca unas energías muy necesarias en otros puntos más prestigiosos, convencido de que el frío del invierno y la carencia de medicinas y municiones irían madurando la resistencia de los combatientes y minando su moral, sin duda ya maltrecha por el fracaso de sus objetivos, hasta que con la llegada de la primavera aquella verruga roja en la piel azul del territorio militar se pudriera por su propia debilidad.

 Ya antes se dijo:

Ahora que ellos han recuperado lo perdido y con la inercia de su avance han ganado enclaves importantes, se diría que ya no tienen prisa. Una vez reducido y neutralizado nuestro territorio, parece que de nuevo se limitan a esperar su final, como el médico que aísla y venda un absceso para impedir su desarrollo y espera a que el paso de los días lo vaya secando sin necesidad de utilizar el bisturí.

Y después:

… necesita empeñar todos su recursos, por lo que ha dejado frente a nosotros las fuerzas imprescindibles para inmovilizarnos, convencido de que, una vez resueltas sus prioridades, volverá a caer sobre Breda, como el cirujano que al cabo de los días vuelve al absceso que acotó para eliminar definitivamente sus últimas secreciones y adherirlas.

Es lo que ya piensa Ugarte:

A pesar de la resistencia de Breda, mayor de la esperada, en su experiencia había comprobado que para derrotar a los milicianos bastaba con ser constante y tener paciencia.

La segunda escena es en las Huertas de la Abundancia y en las cuevas delPaternóster.  Un miliciano, en la noche, despierto, se pregunta por el enemigo:

¿También cree que la justicia y la razón están de su lado, como lo cree él? ¿Qué edad tiene el otro? ¿de qué lugar procede, de dónde ha venido hasta recalar aquí, en esta villa cuyo nombre nunca había oído? ¿Se conocerán acaso, habrán cruzado algunas palabras en alguna fiesta, en una oficina, en una taberna? ¿Estará ahora pensando en su enemigo, como lo está él mientras da una última calada a la colilla que, de tan corta, le quema los labios? ¿También se estremece de remordimiento cuando ve caer a un adversario atravesado por la bala que acaba de disparar?

16
LA TRISTEZA SERENA DE MARTA
Marta está enferma. Rubén la visita. Muestras, leves, de amor entre ambos. Amor no dicho.

Marta, curada, ayudante de Rubén en el mural:

-¡Pero si yo no sé nada de pintura!
-Pues toca música mientras yo pinto.
Marta se quedó pensativa unos instantes, recuperándose de la sorpresa.
-¿De verdad quieres que yo sea tu ayudante?
-Me gustaría mucho.

Pero no podía dejar de pensar en Marcelo. Aceptar era traicionar su memoria. Pronto aprendió su trabajo. Y una tarde de la tercera semana volvió a tocar la viola. Es el concierto nº1 de Telemann:


De pronto, sin que hubiera intervenido la voluntad, apareció Telemann y su Concierto n.º 1, que había tocado muchas veces. Su contundencia armónica, su sencillez, u serena perfección dejaban muy atrás la tristeza de Schubert. Comenzó a tocar y notó en la yema de los dedos la dureza y el grosor de cada cuerda, la tensión del arco. Aquella música templada calmaba sus estratos emocionales más profundos, alojados allí donde no llegaba ni la pintura de Rubén, ni la literatura, ni los prodigios de la naturaleza que había contemplado en algunos atardeceres, los aireaba y los limpiaba de contaminación sentimental. Sus manos poco a poco iban transfiriendo los posos de su angustia a la viola y la sencilla melodía la disolvía en el aire, convertida en una tristeza serena y soportable.





17

La vanidad
Lleva Rubén un mes pintando el mural.  Otra vez la narración contada en Primera Persona. Es la voz de Rubén. Recordemos el consejo del maestro pintor: “pinta cada cuadro como si fuera el último de tu vida, como si te fueras a morir mañana”.

Todo mural es un relato. También el mío: un conjunto de escenas desplegadas en un paisaje democrático, sin ninguna jerarquíaa. Aquí no habrá un pantocrátor preeminente y central., rodeado de nubes de putti gordinflones y asexuados, que organice todas las secuencias y al que se dirijan todas las miradas y todos los puntos de fuga.

Organizó tres niveles:
·      La villa al margen de la guerra.
·      La naturaleza de Breda.
·      Escenas de la guerra.

Y los tres ambientes iluminados por los dos soles del parhelio.
Es tan real lo que pinta que está tentado por pintar unas uvas, como las de Zeuxis, para comprobar si es capaz de engañar a un gorrión que ha entrado en elMausoleo.

La imagen de Andrómeda, que más adelante volverá a aparecer, con su hermoso y dolorido rostro. . Ella, inocente, que contempla con perplejidad lo que ocurre en el jardín.

Regresan los milicianos del combate:


-Hoy nos han dado bien. Los fascistas no se cansan de disparar –me dice Mangas.
-A ellos no se les acaban las balas –se queja Viriato.
No hay ningún reproche en sus palabras, no es una alusión a mi cambio de las trincheras por las paredes protectoras del Mausoleo, pero no puedo dejar de pensar que ya no estoy con ellos en el frente. Alguien ha tenido que ocupar el hueco que yo he dejado y es posible que sea uno de los muertos o heridos que se ajejan en el camión.

Es sábado. Llega el barbero. Logran sintonizar la voz de Rafael Alberti:
Que resuena con un aire de bóveda, como si estuvieran transmitiendo desde un sótano o desde un refugio antiaéreo. Recita con ese tono apocalíptico que desde el principio de la guerra han adoptado los poetas republicanos y que más parece predecir una tragedia que animar a la lucha por la victoria.

A galopar
Las tierras, las tierras, las tierras de españa
las grandes, la sola desierta llanura
galopa caballo cuatralbo, jinete del pueblo
que la tierra es tuya
A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar (bis)
A corazón, suenan, suenan, resuenan
las tierras de españa en las herraduras
galopa caballo cuatralbo, jinete del pueblo
que la tierra es tuya
A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar (bis)
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie
que es nadie la muerte si va en tu montura
galopa caballo cuatralbo, jinete del pueblo
que la tierra es tuya
A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar (bis)


Miguel Hernández, en un dibujo hecho por el dramaturgo
 Buero Vallejo, en la cárcel de Alicante
Otros poetas nos han dejado sus poemas, que después otros cantautores o grupos inmortalizaron. Es el caso de Miguel Hernández y sus Andaluces de Jaén:


Avión derribado
El piloto alemán es su primer prisionero. Explotan la bomba que llevaba. Los muchachos juegan en el avión que es como el caparazón  vacío de un insecto gigante y venenoso. 

Rubén pinta lo vivido.  Ya es diciembre. Son las escenas que ya se han narrado y que ahora podremos ver en la cúpula del Mausoleo

Marta va a tocar en el Mausoleo el Concierto n.º 1 de George Telemann. “Está tocando para mí”, piensa Rubén.  Ya sabe que va, que puede, pintar a Marta.



Van a descolgar la campana para hacer munición en la fragua de Camilo:


Subirla en el camión de martín Cupido, que poco después arranca hacia la fragua, donde morirán su llanto y su advertencia [VIVOS ADMONEO, FUNERA PLANGO], muda, convertida en munición


Es Nochebuena y la tregua, no pactada,  llega. Comen técula mécula y beben gloria y cantan villancicos populares:



Paseo nocturno con Marta en el jardín italiano junto a Andrómeda:

-¿Por qué está encadenada? –me pregunta.
-Por vanidad. Era hija de un rey griego y las hijas de los reyes están acostumbradas a que todo el mundo las alabe como las muchachas más hermosas. Andrómeda lo creyó, se volvió vanidosa y, como castigo, el dios Poseidón la encadenó en una roca en medio del mar, donde la vigilaba un monstruo marino con tres cabezas. Así pasó mucho tiempo hasta que un día llegó un héroe llamado Perseo, montado en un caballo volador…
-¿Y ella todavía era joven?
-¡Claro que sí! Las ninfas nunca envejecen…Perseo le cortó las tres cabezas al monstruo y la liberó.
-Supongo que después de ese susto ya no sería vanidosa.
-Supongo que no.
-¡Lástima que tengamos que aprender tantas cosas a fuerza de dolor!

Ya ha llegado el amor dicho (“Te quiero”):

Oigo sus palabras dulcísimas vibrando dentro de mi boca y las saboreo, y su lengua no pesa sobre mi lengua. Excitados, buscamos cobijo en un rincón del jardín.


18


Estamos en la fragua de Camilo. Regresamos a la voz narradora en Tercera Persona. Volvemos también a los debates tertulianos sobre la revolución. Nos anuncia Chon, la mujer de Cuaresma, que las vacas comunistas han regresado a sus tierras. Humor y… tal vez tristeza. 



19
El General Vicente Rojo junto al Presidente de la República Manuel Azaña

Se prepara una ofensiva en serio, que sin duda tuvo que ver con el Plan P. Básicamente pretendía que, para que el Frente del Ebro se aliviara de tropas nacionales, era importante que Franco tuviera la necesidad de enviar tropas a Extremadura:

Rojo va a lanzar definitivamente una ofensiva aquí, en el frente de Extremadura, para descongestionar la presión sobre Madrid.

Estamos a finales de febrero. Ha muerto Rocha:

Rocha, el miliciano actor con el que huimos del desastre del Montón de Trigo y que posó para el mural como modelo para uno de los segadores. Ya no interpretará más, el de soldado fue su último papel, ni siquiera de protagonista.  Es la tercera víctima de entre quienes están pintados ahí arriba y temo que, si la lucha continúa, el mural se irá llenando de retratos de gente muerta. Rocha era muy hábil, parecía que nadie podría cazarlo, pero una bala le acertó en la frente y cuando cayó al fondo de la trinchera ya estaba muerto.

Y sin embargo, Rubén es feliz:

Pinto y amo. Es lo único que hago en estos días, podría prescindir de todo lo demás: de la comida, del descanso, del sueño. Voy del mural a su cuerpo, y de su cuerpo vuelvo a la pintura, inspirado y feliz.



¡Qué contradictorio ser dichoso en medio de la guerra! Y sin embargo, ¡qué lógico!

20

Los ojos de Luz
Ya es finales de abril. El mural del Mausoleo ya está terminado. Es el momento de la inauguración. Pintura y música juntas. Pero:

La tarde de la inauguración del mural fue la última en que los combatientes de Breda aún creyeron que era posible la victoria. El día siguiente amaneció con un fuerte ataque de los sublevados y a partir de esta jornada tuvieron que asumir que estaban definitivamente encerrados en la comarca, que el Gobierno de Madrid nunca lanzaría la ofensiva prometida y que no les iba a ser fácil escapar de allí.


Esta tarde el avión alemán –ya sabían que era siempre el mismo y habían deducido que sus insistentes ataques respondían a la venganza por el derribo del Junker- de nuevo había sobrevolado Breda, pero en lugar de bombas había soltado centenares de octavillas en las que exigían la rendición con la promesa de no ejercer represalias sobre los combatientes que entregaran las armas y no tuvieran delitos de sangre.


A pesar de los temores de los vencidos, no se produjo una de esas sangrientas luchas finales en las que la defensa del último reducto y el ansia de botín provocan una carnicería. En general, los combatientes republicanos tiraron las armas al suelo y se entregaron prisioneros. Algunos se escondieron y, si los encontraron armados, fueron fusilados en el mismo escondite. En el desorden del sálvese quien pueda, el grupo de Rubén fue retrocediendo instintivamente hacia el centro de la villa, pero cambiaron de dirección cuando alguien sugirió refugiarse en el Mausoleo, el terreno que mejor conocían y de cuya fortaleza ya habían tenido una clara evidencia. En un momento de caos, al mirar tras de sí, Rubén no vio a Marta…

Marta no ha llegado con ellos al Mausoleo.  Así concluye esta segunda escena del capítulo. En la siguiente, encontramos a Marta corriendo con sus compañeros por el centro de Breda. Ve llegar a los regulares “inconfundibles por sus gorros rojos y sus uniformes color garbanzo";  al cambiar de dirección cae y ve como su grupo de aleja. Retrocede para escapar por otra calle y pierde el contacto con su grupo. Entra en una casa  y, saltando corrales, llega hasta la herrería:

Sus ojos se enfocaron sobre lo único que se movía en su interior, unos pies femeninos sobre los que se agitaba algo confuso, cubierto con una tela. En su resistencia uno de los pies había perdido un zapato y el talón sangraba por una herida producida al haberse cortado o rozado contra algún trozo de hierro del suelo.  Se maldijo por haber tardado tanto tiempo en comprender la escena y dudaba en huir cuando descubrió, tirado a unos metros, el máuser que el marroquí había abandonado para tener las manos libres.

Marta contempla una violación de la que todos estamos informados pero que no se nombra. La sangre, otra sangre, nos la señala también.

Por eso:

Se apartó un paso hacia un lado y entonces la muchacha la vio y Marta reconoció a Luz, a pesar de las lágrimas y de los mechones de cabello que le caían sobre la cara. El regular debió de notar algo, porque giró la cabeza cuando el disparo ya le alcanzaba la espalda y lo arrojaba a un lado.

Marta ha salvado a Luz. Los sublevados se han llevado a su padre, Camilo. Esconden el cadáver del marroquí entre el carbón.


A Luz, la necesidad de actuar con urgencia le había obligado a dejar de lado el asco y el dolor, pero al terminar volvieron con mayor virulencia. Deseaba lavarse a fondo y esconderse en un sitio oscuro, sin hablar con nadie, sin que nadie la viera, avergonzada de lo ocurrido.

En el cuchitril, tras el gallinero escondió Luz a Marta:

Acercó los ojos a la rendija y la vio cerrar la puerta de alambre y desaparecer en la herrería. Aunque temía que el encierro en aquel tabuco le provocara angustia, con aquel ácido olor a amoniaco que le picaba en la garganta, el miedo quedaba mitigado por la posibilidad de salir ella sola empujando el tablón. No, se dijo, no está mal del todo. Allí estaría a salvo unas horas o unos días, hasta ver en qué paraba todo aquello.




21
João va a España, aunque por mensaje de Gema sabe que ha de quedarse enTorres Albas, pues la comunicación con Breda no es posible. Quiere recoger aGema, y salvarla del peligro:

João desenrolló la tela blanca que había mandado comprar a sus hermanas y con ella rodeó el frontal de la locomotora, como una cinta  blanca de boda en su pecho de acero. Luego cogió algunas de las flores que también le había traído y las fue prendiendo en la tela, entre los intersticios de las chapas, de los cristales.

“Ningún tren pasó jamás por aquí, y esa es una máquina demasiado vieja”, le dice un anciano a João. Y se nos recuerda la historia del ferrocarril en el oeste, en la raya ente España y Portugal, con palabras de ministros que parecen dichas ayer mismo, u hoy, o posiblemente mañana otra vez:

-El oeste también existe, ya está bien de mirar sólo hacia el Mediterráneo. Que sea abierta una vía hacia el poniente, por el camino más corto entre las dos capitales, que también el Oeste nacional tenga su oportunidad histórica. Al otro lado ya están de acuerdo, abramos nosotros una vía que enlace con las Red de los Caminhos de Ferro e Portugal.
-Tardaremos años, señor ministro, será una obra babilónica.
-Que comience ya, que los topógrafos señalen con cal blanca la línea por donde ha de ir el hierro, que se horaden túneles en la roca madre de los cerros más altos y que se abran en canal los oteros suaves, que la pala y la pólvora vayan allanando un camino entre las montañas de la sierra, que el pico vaya entrando en la pizarra, la pizarra es la piel dura de la tierra, capas que puedan arrancarse sin demasiado esfuerzo.
--Pero aquella es también tierra de granito, y las rocas de granito son como verrugas que salen a la carne y es arduo arrancarlas sin un poco de sangre.
-¿Sangre de quién, del hombre o de la tierra?
-Sangre de los dos, señor ministro.
-No importa un poco de sangre si llegamos a Lisboa. Que sean iniciadas ya las obras, repito, que los picapedreros comiencen a machacar la piedra del balastro, que talen los árboles necesarios para las traviesas, que un grabador vaya diseñando una moneda que conmemore la inauguración.
-¿Qué trenes pasarán por allí.
-Los trenes vendrán luego.

Pero los trenes llegaron a Lisboa por un lugar más abajo. Como siempre pasa, el tren, ni siquiera llegó a pasar de largo.
LA LLEGADA DEL FERROCARRIL A EXTREMADURA

            El ferrocarril en Extremadura nace y se desarrolla como consecuencia de unas necesidades nacionales. La primera, la unión de Madrid con Portugal y Lisboa; y la segunda, la llamada Línea Transversal paralela a la frontera portuguesa, que pondrá en comunicación directa el norte y noroeste de España con los puertos andaluces deSevillaCádiz y Huelva. Así, podemos decir que no hay una red específica extremeña, sino que ésta forma parte de las conexiones con las actuales Castilla-La Mancha,Andalucía y Castilla y León.

            Dentro de los proyectos para implantar el ferrocarril en la península se empezó a tener en cuenta la importancia que tendría el construir una línea de ferrocarril que partiendo de Madrid llegara a Portugal por Badajoz, que facilitaría el intercambio de las lanas, carnes y otros productos de Extremadura. Se llegó incluso a constituir la Compañía Camino de Hierro Central de España de Madrid por Mérida a Badajoz, que envió a Extremadura al ingeniero inglés George Pithington para estudiar el camino que pasaría por ToledoTalaveraTrujillo y Mérida, donde enlazaría con la deMérida a Sevilla y Cádiz por una parte y por otra a Badajoz y Lisboa. El proyecto, que se remonta a 1846, no fraguó, por lo inconcreto del mismo y los escasos apoyos financieros.

            En 1853 se encomienda al ingeniero francés Vissocq, realizar un estudio de la línea de ferrocarril de 409 kilómetros de recorrido, que saliendo de Madrid, yendo por el valle del Tajo, atravesaba la provincia de Cáceres por Navalmoral de la Mata y Trujillohasta Mérida, donde se bifurcaba en dos brazos, uno a Sevilla y otro a Badajoz, coincidiendo en su trazado final con el establecido pocos años antes por Pithington. Proyecto que tampoco contó con los apoyos suficientes y tuvo que ser abandonado.

            En 1854 empieza a tomar peso la alternativa de Francisco Coello para llegar aBadajoz por el valle del Guadiana, y no por la provincia de Cáceres. Esta alternativa, aunque dejaba a Madrid de Badajoz a más distancia, favorecía a esta última provincia al recorrer la línea mayor trazado por ella. Esto fue así porque con la “revolución” de 1854, había sido nombrado Ministro de Fomento el Diputado por Badajoz Francisco Luján, hijo de extremeños de Castuera, impulsando el Ferrocarril del Guadiana. Esto trajo una gran polémica con los diputados por Cáceres que insistían en que el ferrocarril fuera por el valle del Tajo y atravesara su provincia. En 1855 Portugal y España firman un acuerdo por el que Portugal construirá una línea de Lisboa a Elvas, y España la continuará hasta Madrid.

            La línea entre Madrid y Lisboa fue concebida con carácter internacional, siguiendo el trazado radial desde Madrid a las costas. En realidad no se concibió como una sola línea construida por una misma empresa. Se formó tras la unión de tres líneas independientes entre sí, concedidas a distintas empresas y por ello construidos de forma aislada. Estos tres trazados eran:

·       Madrid a Malpartida de Plasencia o Ferrocarril del Tajo.
·       Malpartida de Plasencia a Cáceres (Arroyo-Malpartida).
·       Cáceres (Arroyo-Malpartida) a la frontera portuguesa por Valencia de Alcántara.

            Como antecedente más longevo hay que destacar que en 1865 se descubrieron en Cáceres los yacimientos de fosfatos del Calerizo, de una pureza y cantidad que hicieron productiva su explotación desde el principio. Para llevar este mineral hasta los principales mercados europeos, se transportaba el mismo, en carros, hasta Mérida, donde tomaba el ferrocarril que les conducía al puesto de Lisboa. Transporte que resultaba difícil y costoso para que la explotación de las minas fuese rentable, por lo que la necesidad de una línea férrea que los trasladase directamente a Lisboa se hacía muy necesaria.

            La constitución en 1876 por Segismundo Moret de la Sociedad General de Fosfato de Cáceres dará el verdadero impulso a la llegada del ferrocarril a Cáceres. Por Real Orden del 7 de julio de 1876, se otorga la concesión, sin subvención, de un ferrocarril de Cáceres a la frontera portuguesa, al portugués Antonio Elviro Rosado, con la intención de articular el nuevo enlace fronterizo entre Madrid y Lisboa. El 11 de julio de 1877 se otorga concesión a José Sanchís para la línea de Cáceres aMalpartida de Plasencia.

            En 1879 Elviro Rosado cedió sus concesiones a Segismundo Moret, fundador de la Compañía del Ferrocarril de Cáceres a Malpartida y a la Frontera portuguesa; la concesión se otorgaba por 99 años, gozando de franquicia aduanera.

            La Compañía Real Portuguesa financiaría y explotaría bajo arrendamiento las líneas Cáceres a la frontera portuguesa y Malpartida de Plasencia a Cáceres, hasta que se constituyera la sociedad que agrupara las tres concesiones españolas entreMadrid y Valencia de Alcántara, mediante el enlace con la línea de la compañía delFerrocarril del Tajo, consiguiendo de esta forma la ansiada relación internacional deMadrid con Lisboa más directa que la establecida anteriormente por Badajoz. El enlace en la estación de Arroyo-Malpartida con la sección procedente de Madrid, supuso dejar fuera de trayecto a Cáceres de las circulaciones entre Lisboa y Madrid.

            La explotación de la línea no llega a dar los resultados apetecidos, ya que éstos se debían basar en el transporte de los fosfatos al puerto de Lisboa, pero los volúmenes de extracción fueron menores de los calculados inicialmente, amén de la producción enEuropa de fosfatos de mejor calidad. El transporte de otras mercancías tampoco ayudó mucho a la economía de la explotación de la línea, ya que los territorios que atravesaba eran de escasa producción.

            La línea de Madrid a la frontera portuguesa por Valencia de Alcántara fue inaugurada el 8 de octubre de 1881 con la presencia de los reyes Luis I de Portugal yAlfonso XII de España: “A las ocho de la mañana llegó el tren español, y S.M. el rey don Alfonso bajó al andén, entre los vítores de la numerosa concurrencia que le esperaba; a las nueve llegó el tren portugués, que había sufrido un retraso de veinte minutos, y descendió de él S.M. el rey D. Luis, que también fue aclamado por el pueblo y saludado con salvas de artillería…”

            La primera entrevista de los dos monarcas no pudo ser más afectuosa, abrazándose ambos y besándose cariñosamente. Después del almuerzo, que terminó sin brindis, SS.MM. y todos los personajes de ambas cortes regresaron a la Estación y subieron al tren Real, que estaba dispuesto, y que partió inmediatamente para la histórica ciudad de Cáceres, donde habría de celebrarse la inauguración oficial de la línea… Ya en Cáceres la solemne bendición de las máquinas no tuvo, por la copiosa lluvia que caía constantemente, gran lucimiento: revestido de hábitos pontificales, esperaba en el andén el Ilmo. Sr. Obispo de Plasencia, asistido por el Ilmo. Sr. Obispo de Coria y comisiones del cabildo catedral de ambas ciudades y del parroquial deCáceres; las adornadas locomotoras, obedientes a la dirección de los maquinistas, avanzaron hasta situarse al pie del altar que estaba dispuesto para el acto; el prelado, en fin, previa la venia de SS.MM., bendijo, con arreglo al ritual católico, a las máquinas, confundiendo en una plegaria los progresos de la ciencia y la industria modernas con las legítimas aspiraciones de la Iglesia, que van siempre encaminadas hacia la mayor prosperidad de los pueblos”.

            El 4 de noviembre de 1887 inició sus servicios el famoso Surexpreso Lisboa-Madrid-Paris, precedente de otra famosa relación internacional entre Lisboa y Madridcon el Lusitania Expreso.

            Nuestro país se sumó tarde a la expansión del ferrocarril, sobre todo por el retraso acumulado en el conjunto de la economía española del período y no sólo por la circunstancia de que formalmente llegara unos años más tarde que otros países europeos. Diferentes circunstancias institucionales, económicas y naturales hicieron que el desarrollo de nuestra red estuviera supeditado a la inversión de capitales extranjeros y al auxilio del Estado. Las expectativas del negocio ferroviario pronto vieron que el escaso desarrollo económico, la baja densidad demográfica y el limitado desarrollo de la red impedirían la explotación exitosa del ferrocarril.

Bandera tricolor en ayuntamiento
Otra vez llega la memoria. Ahora cuando João hace contrabando con Martín Cupido, y éste le lleva a la fiesta de Breda y conoce a Gema. Acaba de estallar la República:

Proclamación de la II República en la Puerta del Sol de Madrid

Después de asearse salieron a la plaza.
-¿Y esa bandera? –a João le extrañó ver en el balcón del ayuntamiento una enseña tricolor, con la banda inferior de color morado.
-¿No te has enterado? Es la nueva bandera de la República.

Un tiempo después llegaron sin ningún contratiempo a las casetas semidestruidas de la inútil frontera y ya venían la boca acogedora del túnel cuando Joã0 cogió la mano de Gema y la miró sonriendo desde su mudez: “Sería hermoso parar ahí dentro y amarnos entre los dos países, ahí donde nadie puede decirnos: Tú eres extranjero, en ese subterráneo que no es de nadie, es tuyo y mío, nadie marcó una raya blanca en mitad del pasadizo”. Y ya entonces sintieron los picotazos de las balas antes de oír las detonaciones, el golpe inflingido sin haber amargado, las ráfagas de ametralladora chocando contras las chapas negras.

Poco a poco la carbonilla fue poniendo negros los crespones blancos. 

!Cuánto dicen las palabras sin abrir la boca!
22

Una vez más regresamos a la narración en primera personaMangasMagro,Viriato y Rubén están apostados en una de las ocho ventanas de la linterna del Mausoleo. Con balas y granadas pueden defender  la entrada y la explanada del mausoleo. Se acuerda Rubén de Numancia, de Sagunto, de la resistencia ante el invasor. Ya han tomado los nacionales el Palacio.

Y sin embargo todos los que estamos dentro sabemos que hemos perdido y que solo nos queda la rendición, como ha sugerido Magro, o la muerte, esas dos palabras grandilocuentes que tantas veces habíamos pronunciado en los juegos de niños y que ahora son una trágica realidad. Con la rendición se salvarían los soldados de reemplazo y los civiles limpios de cualquier significación política, pero los demás no tendrían ninguna escapatoria. Sabemos bien lo que ocurre en todos los lugares que van conquistando, lo hemos oído en boca de las nubes de combatientes vencidos que han llegado hasta aquí, supervivientes de las plazas de toros y las cunetas. Unos, como Viriato,  se quedaron en esta zona y otros continuaron hasta Madrid, con la intención de calmar el dolor que sentían por sus familiares muertos con la venganza hacia los facciosos vivos. Y todo eso ha influido en nuestros propios excesos.

Bandera blanca en el palacio. Guedea y un capitán sublevado no consiguen negociar la rendición.

En el silencio estalla en taconazo con que el oficial saluda antes de marcharse. Cuando pasa a nuestro lado sin mirarnos, Guedea parece haberse hecho viejo de repente y no resulta difícil comprender por qué. Como cualquier militar, incluso el menos apasionado por la acción, en muchas ocasiones a lo largo de la carrera se habría imaginado rindiendo una plaza enemiga después de un largo asedio y comportándose con generosidad con los vencidos: un Spínola impidiendo que Nassau se arrodillase ante él. En cambio, ahora se ve obligado a mendigar piedad para sus soldados, a los que ha conducido a la derrota. Desaparece en las habitaciones interiores, pero media hora después su ordenanza sale para llamar a Noguerol y a los otros dos o tres oficiales. El tiempo del cónclave no es superior al tiempo que ha estado reflexionando a solas. Casi nos sorprende su salida seguido de los otros. Como siempre, aparece meticulosamente rasurado y avanza hacia el centro del círculo, se sube a una silla y reclama nuestra atención.

Recordemos el famoso cuadro de Vélázquez:

Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios de Flandes, recibe del gobernador holandés, Justino de Nassau, las llaves de la ciudad de Breda, rendida tras un largo asedio. El hecho, acaecido el 5 de junio de 1625, se consideró en su momento un episodio clave de la larga guerra que mantuvieron los españoles para evitar la independencia holandesa. Con clara finalidad de propaganda política, insiste en el concepto de clemencia de la monarquía hispánica. A diferencia de otros cuadros de historia contemporánea. Velázquez no se recrea en la victoria, y la batalla tan solo está presente en el fondo humeante. El pintor centra la atención en el primer plano en el que se desarrolla no tanto el final de la guerra como el principio de la paz. El cuadro es una excelente muestra del dominio de todos los recursos pictóricos por parte del autor: habilidad para introducir la atmósfera, la luz y el paisaje en sus lienzos, maestría retratística y conocimiento profundo de la perspectiva aérea.

Han recibido una oferta “clara e injusta”. Guedea permite que el que quiera salir lo haga. Comienzas soldados rasos a coger sus cosas. Magro también. Llega el avión. Es el final del capítulo, y el final del final, el final del fracaso, el final de la derrota.

Agacho la cabeza sin dejar de mirarlo y así distingo cómo arroja la bomba. Desciende muy deprisa, pero veo las imágenes con una extraña y brillante nitidez, sobreexpuestas a la luz, , como cuando en el cine se estropea el proyector y la cinta pasa muy despacio antes de que la incendie el calor del foco con una llamarada. Por eso puedo reconocer su forma y su tamaño. Es idéntica a la que llevaba el Junker que cayó junto al Lebrón, que no llegó a explotar: un delfín gris y lustroso que viene nadando por el aire hasta que cae sobre el tejado del anexo y todo estalla con un bramido insoportable.

Pero también el final de Rubén:

Sé quién soy, sé dónde estoy y sé por qué tengo un fusil. Intento ponerme de rodillas, pero los brazos no me sostienen y caigo y me quedo mirando hacia lo alto., hacia el hueco donde estuvo la campana por donde se ve un cielo azul purísimo. Luego la luz del sol se apaga y enciende con una rápida intermitencia, pasando de la más negra oscuridad a destellos de un resplandor insoportable. No oigo nada, ni voces ni disparos. Tengo los ojos abiertos y sin embargo no veo nada.



23

De nuevo, la voz narradora  en tercera persona.  Varios párrafos hablando de Ugarte tras la victoria del mausoleo. Han pasado dos días al menos.

Se acercó a los cristales y observó el enorme montón de ruinas a que había quedado reducido el Mausoleo.


Están juntos Ugarte y el sacerdote manco. Algunos niños recogen casquillos para …fundir una campana.

Ugarte escuchaba en silencio, dudando de la legalidad de aquella recogida. No sabía si todo aquel metal brillante y quemado que se amontonaba en el chiquero y que aún expandía el dulce olor de la pólvora podía ser utilizado por un civil para sus intereses particulares.
-Solo trato de recuperar lo que era mío –oyeron la voz a sus espaldas, como si respondiera a sus dudas.
Volvieron la cabeza y allí estaba el aristócrata, alto y elegante, haciéndoles sentir que podían instalar sus cuarteles en dependencias de la familias De las Hoces, y entrar y salir cuando quisieran, y poner guardia en la puerta, pero que todo aquello era suyo y que solo él volvería a mandar en sus propiedades cuando terminaran aquellas molestas ocupaciones.

Jerónimo de las Hoces había ido a la cárcel para sacar a Camilo y a Martín Cupido, que son liberados.

Llegan las mujeres, del médicodel barbero y la dueña del estancoLuz le cuenta a su padre lo sucedido.  Le hacen a Camilo dos encargos: una cruz que ha de sacar de una petaca, y cambiar el hierro de la hoz y el martillo por las flechas y el víctor falangista.

Auto de fe en la plaza. Traen al barbero, que tiene que rapar a a su mujer, Julia. ¡Qué detalle de las miradas entre el matrimonio, y el pueblo! Leyendo esto, recuerdo La lengua de las mariposas y también ese auto de fe. Veamos la imagen de la película sobre la novela de Manuel Rivas.



Muere un niño, recogiendo metralla, como en todas las guerras, pero De las Hocesno prohibió que siguieran recogiéndola.

Unos niños pescando encuentran un cadáver. Silencio.
La viuda de Magro recoge una cruz para la tumba.

Otro dato histórico. El coche de Luis Pla, asesinado el 19 de agosto de 1936 en el cementerio de Badajoz. Lo ejecutaron por tener ideas republicanas si haber participado de ningún cargo ni haberse significado en nada. Se entregó voluntariamente en la cárcel el 16 de agosto tras haber sido infructuosamente registrada su casa y al conocer la presunta garantía personal dada por Yagüe a sus familiares de que nada le ocurriría en su integridad “si se llegara a comprobar que no se había manchado las manos de sangre. Fue asesinado en las tapias del corral de Correos de la Avenida de Huelva de Badajoz.

Así, consiguen que Marta, todavía escondida en la herrería, llegue a Ciempozuelos con sus tíos. Sus padres habían muerto el 8 de enero. 

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